Credibilidad por el piso: los demócratas enfrentan una de sus peores crisis en décadas
¿Cómo harán los líderes del partido para recuperar la confianza de sus electores? Esa es una de las preguntas que se suma a la bolsa de asuntos que debe resolver la colectividad en medio del caos que vive.

Biden anunció el indulto de su hijo Hunter en la noche del primero de diciembre/ Andrew Caballero-Reynolds
Como es correcto, Washington se ha solidarizado con el expresidente Joe Biden tras la noticia de que lamentablemente padece cáncer. Sin embargo, la empatía y la solidaridad por la difícil situación, contrario a calmar las críticas al partido y a su círculo más cercano, ha desatado una gran cantidad de preguntas provenientes no solo del lado republicano, sino también de los votantes demócratas, que ven al liderazgo envuelto en situaciones complicadas y muchas veces difíciles de entender.
Muchos americanos están preguntando en redes sociales si es posible que un cáncer se desarrolle tan rápido hasta llegar a causar metástasis en los menos de cuatro meses que lleva el expresidente fuera del poder. Otros preguntan si es que el equipo médico de la Casa Blanca no hizo los chequeos correspondientes y el expresidente ya tenía la enfermedad antes de finalizar su mandato. Las preguntas son muchas y algunas plantean escenarios terroríficos que implicarían un nivel de maldad difícil de entender.
Pero la razón por la que todas estas dudas y especulaciones incómodas están ocurriendo es culpa del mismo partido demócrata. El Gobierno Biden estuvo marcado por situaciones oscuras, mentiras constantes, y posibles delitos no investigados. Justo este fin de semana se publicaron partes de la entrevista del expresidente Biden con el fiscal especial Robert Hur en medio de la investigación por el mal manejo de documentos clasificados. Aunque ya conocíamos las transcripciones, el audio da una mirada más clara al nivel de encubrimiento que ocurrió alrededor del mal estado mental de Biden.
En el audio se escucha al expresidente con dificultades para recordar detalles tan particulares y personales como cuándo murió su hijo o cuándo dejó la vicepresidencia tras el mandato de Obama. Tampoco recordaba en qué año fue elegido el presidente Donald Trump. Al menos, su familia y su gabinete mintieron durante meses, probablemente años, para mantenerlo en el poder, e incluso para intentar que ganara otro periodo presidencial. Tras tantas mentiras y tal nivel del engaño, es apenas lógico que los americanos pregunten cuestiones incómodas incluso alrededor de la lamentable enfermedad del presidente.
El asunto no tiene que ver solo con la posibilidad de una nueva mentira, sino también con la confianza en las instituciones, en particular en el equipo médico y personal relacionado con la salud del presidente. Si a la cúpula demócrata realmente le importara la confianza de sus votantes, deberían explicar cuándo fue la última vez que se le hizo un chequeo médico en la Casa Blanca y cuáles fueron los resultados particulares respecto al cáncer que ahora tiene el expresidente.
Han pasado meses desde que Biden dejó la presidencia, y aún las mentiras y escándalos de la familia Biden siguen afectando al partido. Este fin de semana han sido los audios de la investigación en su contra; la semana anterior fue la reaparición del mismo Biden y su esposa, asegurando una vez más, que siempre estuvo en el mejor estado de salud posible. Las mentiras, a tal nivel de descaro, son insultantes. Millones de americanos lo vieron confundir nombres, decir cosas extrañas e incluso no saber cómo bajarse de un escenario.
El partido lleva meses en una fuerte pelea interna cada vez más pública. Con algunos de sus miembros menos extremos peleando con los más radicales. Hace un par de semanas incluso votaron para descalificar al vicepresidente del Comité Nacional Demócrata. Y a la constante pelea y lucha interna se le suman los escándalos de la familia Biden que siguen siendo noticia. Según una encuesta del Wall Street Journal solo el 37 % de los votantes tiene una opinión favorable del partido.
Aún un asunto que debería ser personal, como una enfermedad, se convierte en un tema político cuando millones tienen dudas sobre una posible nueva mentira. ¿Cómo harán los líderes del partido para recuperar la confianza de sus electores? esa es una de las preguntas que se suman a la bolsa de asuntos que debe resolver la colectividad en medio de una de las peores crisis que haya vivido en décadas.