Lecturas para los defensores de la democracia real
El último libro de Daniel J Mahoney, 'The totalitarian Impulse Then and Now', es una aproximación filosófica a la perversión democrática moderna. Dostoevsky y Legutko completan el cuadro.

El profesor Daniel Mahoney
Daniel Mahoney ha escrito un libro breve y directo que todo defensor de una democracia real debe leer. Y por democracia real debemos entender no un sistema político basado en sufragio universal y elecciones libres y transparentes, sino, además, basado en un universo moral por el cual líderes y ciudadanos claramente saben distinguir entre el bien y el mal, entre el bien común y la tiranía de lo individual, entre el pulso de la gratificación instantánea y una vida de virtud, entre la desmedida ambición del poder y el servicio a los demás.
La tesis de Mahoney es fácil de explicar: la democracia liberal se ha convertido en las últimas décadas -con especial celeridad en esta parte del siglo XXI- en una "democracia progresista", básicamente dominada por la ideología nacida en los años 60 del siglo pasado y que desdeña nuestra Historia, tradición e instituciones e intenta suplantarlas con falsedades como las políticas identitarias tan en boga hoy en día. Es más, pervirtiendo el lenguaje al uso, la nueva clase dirigente recurre sin pudor a la violencia institucional -como la cancelación- para condenar y eliminar cualquier pensamiento que se desvíe de lo políticamente correcto, básicamente todo menos su ideología progresista.
El texto tiene una gran virtud: Mahoney describe con gracia y sarcasmo las manifestaciones intrínsecas a esta democracia progresista en la que estamos. Desde el wokismo al post-colonialismo, pasando por la revolución sexual como arma revolucionaria de Herbert Marcuse o la más moderna Teoría Crítica de la Raza. Y desmonta con parsimonia las falsas ideas sobre las que se han construido.
"Es el liberalismo el que despoja de alma y moral al ciudadano".
Dos remedos, dos recomendaciones
Sin embargo, la obra adolece, desde mi humilde punto de vista, de dos grandes fallos. El primero, no aborda el por qué ni el cómo de este paso de democracia liberal a la actual democracia progresista. Al menos no históricamente. Claro, que se le puede perdonar al ser su ensayo una aproximación filosófica a la perversión democrática moderna.
El segundo, la simpleza con la que aspira a darle la vuelta a la situación actual y recuperar, así, la razón sobre la violencia y la mentira hegemónica. Más allá de un llamamiento a la resistencia y a rechazar la perversión del lenguaje político actual, o a confiar en la emergencia de auténticos líderes dueños de un claro compás moral, poco más se dice.
Es el liberalismo el que despoja de alma y moral al ciudadano, al convertirlo esencialmente en una unidad de consumo en una constante búsqueda de la satisfacción instantánea. El materialismo para la sociedad de masas -el contrato social puesto en marcha a partir de la Segunda Guerra Mundial- y la centralidad del placer del individuo sobre todas las cosas son los factores corrosivos de nuestras estructuras sociales de los que se aprovecha la izquierda para ejercer su dominio. Sin tener en cuenta este punto, resulta prácticamente imposible encauzar la democracia actual y frenar su deriva totalitaria.
Con todo, Mahoney abre la puerta a esta reflexión introduciendo al final de cada capítulo una lista de obras de conservadores en donde suele reflejarse bien esta tensión entre los valores liberales y los conservadores. Aunque sólo fuera por esta bibliografía, ya valdría la pena el libro.
Y como atrevimiento final, me permitiría recomendar dos lecturas a la obra de Mahoney que la complementan y dotan de una dimensión más amplia: la novela de Dostoevsky, Demonios, para la reflexión sobre la naturaleza humana y el poder de la corrupción; y el ensayo del autor polaco Ryszard Legutko, The Demon in Democracy: Totalitarian Temptations in Free Societies, para entender con más profundidad la transformación radical de la democracia liberal en la democracia progresista que denuncia Mahoney.
Un cuadro perfecto para entender nuestro sistema político, la organización social que lo sostiene y las debilidades humanas.