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El ataque sorpresa de Ucrania contra los bombarderos rusos erosiona la capacidad de Putin para proyectar poder global

Los drones ucranianos alcanzaron bases aéreas a más de 3.000 km de Kiev, en pleno territorio ruso, destruyendo parte de la flota de bombarderos estratégicos de Moscú y dejando serias implicaciones geopolíticas a su paso.

Vladimir Putin con soldados rusos

Vladimir Putin con soldados rusosImagen de archivo / Cordon Press

Emmanuel Alejandro Rondón

El pasado fin de semana Ucrania sorprendió al Kremlin lanzando uno de los ataques más audaces, sorpresivos y destructivos desde el inicio de la guerra al golpear, mediante drones, varias bases aéreas rusas en pleno territorio enemigo.

Según el Wall Street Journal, la ofensiva ucraniana no solo penetró el interior ruso, sino que logró dañar o destruir una parte significativa de los bombarderos Tupolev que el mandatario Vladimir Putin emplea tanto para ataques de largo alcance como para su estrategia de disuasión nuclear. Es decir, su proyección de poder global.

Los blancos fueron principalmente los bombarderos Tu-95 y Tu-22, naves fundamentales del arsenal aéreo ruso que son usadas periódicamente para bombardear ciudades ucranianas.

De acuerdo con Kiev, más de 40 aeronaves rusas, incluyendo bombarderos nucleares, resultaron dañadas, pero los analistas de Inteligencia de fuentes independientes confirmaron una cifra más prudente: al menos 14 naves afectadas a través de imágenes satelitales.

Pero, más allá de la destrucción de los bombarderos, el impacto más significativo, como explica el WSJ, es que Rusia ya no fabrica estos modelos y, por ende, la recuperación de estos activos militares no será al corto plazo.

Su pérdida, según los expertos citados por el diario, representa un daño estructural y colateral a la capacidad de Rusia para proyectar poder militar más allá de sus fronteras, incluso contra rivales como Estados Unidos.

Un cambio de equilibrio en la guerra

El ataque sorpresa, autorizado directamente por el presidente ucraniano Volodímir Zelenski según confirmó el jefe de inteligencia Vasyl Maliuk, tuvo el objetivo primordial de neutralizar el poder aéreo ruso desde su fuente misma, al menos de forma parcial. 

Además, también ha asestado un golpe mediático e incluso interno al Kremlin, pues, el cómo se realizó el ataque ha encendido las armas en el alto mando militar.

“El enemigo bombardeó nuestro país casi cada noche desde esas aeronaves. Hoy sintió que la represalia es inevitable”, dijo Maliuk.

El ataque sorpresa, planificado durante más de un año, se produjo simultáneamente en cuatro bases —incluidas las de Olenya, Belaya e Ivanovo— y alcanzó instalaciones situadas a 3.000 kilómetros de Kiev, una distancia que el Kremlin pensaba erróneamente blindada.

En definitiva, el ataque ucraniano, expone el WSJ, expuso graves fallas de seguridad interna en el Kremlin y es probable que agudice la paranoia dentro del círculo de poder de Putin.

El corazón de la tríada nuclear rusa fue golpeado

Los bombarderos rusos golpeados ucranianos forman parte de, nada más y nada menos, la tríada nuclear de Rusia, junto con misiles terrestres y submarinos.

Su daño, se lee en el WSJ, complica la capacidad del Kremlin de mantener su postura disuasiva frente a sus enemigos en pleno proceso de negociación de paz.

Mientras su máximo rival —Estados Unidos—, mantiene en funcionamiento bombarderos B-52 diseñados en 1949 mediante mejoras y actualizaciones constantes, Moscú, al menos para los expertos, no ha terminado de mostrar capacidad para reemplazar sus Tupolev por modelos nuevos con alcance y carga equivalentes.

Kiev, además, logró demostrar a Washington que aún tiene capacidad de fuego e independencia para pelear una guerra que se veía estancada y, por momentos, perdida, cambiando por completo la narrativa con un ataque feroz y sin precedentes que obliga a Moscú a reposicionar sus activos estratégicos y reforzar defensas en zonas que consideraba absolutamente seguras y demostraron su vulnerabilidad. 

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